Fadwa Tuqán es considerada una de las más grandes poetas árabes. En un siglo plagado de tragedias para su pueblo, la síntesis de dulzura y resistencia que caracteriza a su obra quedó grabada en el latir de los corazones del pueblo palestino, sembrando admiración y empatía en el mundo entero. Fue una de las precursoras de la prosa libre y de las grandes voces de la resistencia palestina, tan así que fue bautizada como “La madre de la poesía palestina” por nada más ni nada menos que el gran poeta Mahmúd Darwish.
Priosionera de su hogar
Fadwa nació en 1917 en el seno de una familia aristocrática dedicada a la política y al comercio en la milenaria ciudad palestina de Nablus. La influencia de su familia se fue afianzando desde el siglo XII, llegando a gobernar la región durante los siglos XVIII y XIX. Su familia sigue siendo aún hoy, una de las familias más prominentes de este país a pesar de la ocupación israelí.
Fadwa pasó gran parte de su infancia encerrada en su hogar y sin recibir afecto de sus padres.
La infancia de Fadwa Tuqán no fue sencilla. Estuvo marcada por la dureza y el conservadurismo de su familia. Sufrió de mucha indiferencia y desamor.
La incertidumbre acerca de su fecha exacta de nacimiento que se cree que fue el 1ro de Marzo, sirve de ejemplo además de formar parte de uno de sus peores recuerdos de infancia: Cuando ella le preguntó en una ocasión a su madre por la fecha en cuestión, esta le respondió riendo: “el día que cociné 3aqub, este es el único certificado que tengo de tu nacimiento”. Fadwa insistió y consiguió como respuesta, “sí puedes tener la certeza del año de tu nacimiento. Fue cuando cayó mártir el hijo de mi tío Kamel Askalan, pués yo estaba en el séptimo mes de embarazo”.
Esta apatía, desinterés y desamor por parte de sus padres parecía tenerla de punto a ella sola en la numerosa familia. Fadwa escribió en sus memorias:
Salí de las sombras de la ignorancia a un mundo que no me aceptaba. Mi madre trató de deshacerse de mí en sus primeros meses de embarazo, trató y volvió a intentar, pero falló. Mi madre quedó embarazada 10 veces. Trajo a la vida 5 varones y 5 mujeres, y nunca pensó en abortar hasta que llegó mi turno.
También menciona que sus padres no la llamaban por su nombre. En lugar de Fadwa le decían al bint (la niña), y su padre nunca se dirigió a ella directamente, lo hacía a través de su madre, aun estando ella presente delante de él.
Fadwa pasó gran parte de su infancia encerrada en su hogar y sin recibir afecto de sus padres. Ella calificó esa etapa de su vida como la más triste y definitivamente marcó su personalidad para siempre.
Camino autodidacta hacia la poesía y el reconocimiento
Desde niña Fadwa siempre quiso estudiar, algo poco común para las mujeres en esa época pero probablemente consecuencia de lo que le tocaba vivir en su hogar.
Su paso por la escuela primaria fue corto. Un suceso que hoy nos resultaría ridículo determinó su educación formal: un niño del cual se había enamorado le regaló una flor de jazmín, y al enterarse su familia de eso, la sacaron de la escuela y la confinaron en su casa por años, haciéndola sentir una prisionera en sus muros.
Lejos de dejarse aplacar en las sombras de la ignorancia, decidió volverse autodidacta y contó para ello con la ayuda de uno de sus hermanos mayores, el gran literato Ibrahim Tuqán (1905-1941), conocido por ser autor del actual himno de Irak, Patria mía, y de célebres poesías como Mi corazón es de mi patria.
Ibrahim se convirtió en su tutor educativo y le abrió las puertas al mundo de la poesía. Todo comenzó un mediodía, cuando Ibrahim volvió de dictar sus clases de literatura en la famosa Escuela AnNayah (مدرسة النجاح), se sentó en la mesa a comer y compartió con su pequeña hermana las poesías de dos de sus alumnos. Los ojos de Fadwa se iluminaron al escucharlas y fue entonces cuando él se ofreció a brindarle clases de literatura árabe y de poesía.
De lo personal a lo político y viceversa
Con el apoyo de su hermano, Fadwa comenzó a escribir. Con 22 años pudo finalmente estudiar de manera formal. Comenzó en Jerusalén estudiando Lengua y Literatura Inglesa, estudios que continuó en el Instituto Británico de Nablus y más tarde en Inglaterra. El estudio y el aliento de Ibrahim, la animaron a publicar sus primeros poemas en revistas de El Cairo y Beirut, dándose así a conocer en ambientes más amplios y consiguiendo más relevancia en la sociedad palestina y en el mundo árabe.
Sus primeras poesías publicadas las firmó con apodos como Dananir (دنانير) y Matuqa (المطوقة), entre otros. Luego su hermano la apodó Umm Tammam (أمّ تمام) por el parecido que tenía su estilo de poesía con el antiguo y célebre poeta árabe de la época del reinado Abasí, Abu Tammam.
La tristeza, la opresión y el dolor que sufrió en su infancia fueron sus más tempranas fuentes de inspiración. En esta etapa de su vida, sus poemas se referían principalmente a situaciones personales de su vida.
Nunca dejaré de ser libre.
Voy a cantar los deseos de mi espíritu, incluso si vas a aplastarme con cadenas.
Mi canción manará a raudales desde el fondo.
En 1941, su hermano Ibrahim muere en un trágico accidente de tránsito dejando a Fadwa completamente huérfana de amor familiar. Inspirada en el profundo amor que sentía por él, le dedicó su primera obra publicada, Mi hermano Ibrahim (1946). Pero las tragedias continuaron. En 1948 se conformaba el Estado de Israel y fallecía su padre. Una ironía del destino. La opresión que ejercía su padre en su vida ahora se veía reemplazada por una nueva opresión política y militar, la ocupación sionista. Estos sucesos marcarían profundamente su vida. Su escritura y cosmovisión ya no serían la misma.
Dirigí hacia ti de nuevo una cargada mirada,
con una afligida pregunta en mis labios:
«¿Has visto, hermano, cómo ha acabado la causa?
¿Has visto el espantoso destino?
¿Recuerdas cuando enviabas tu poesía a recorrer la patria con el ímpetu de la llama,
para avisarles del humillante final que se acercaba,
como si leyeras lo invisible en una pizarra?»
Los siguientes años los dedicó al encuentro de sí misma, a viajar, formarse y ampliar sus horizontes. Fue madurando su poesía y su compromiso político. En 1967, con la segunda gran ofensiva israelí, su poesía se tornó más política. En la guerra conocida como La Naksa (النكسة, que significa el revés o la recaída), Israel se expandió sobre toda Palestina, los Altos del Golán sirios, las Granjas de Shib3a libanesas, y la península del Sinai egipcia. Nablus, la ciudad natal de Fadwa, pasó a ser ocupada militarmente por las Fuerzas de Ocupación Israelíes (FOI) y comenzó para su población una de las etapas más oscuras de la historia y que continúa hasta el día hoy en lo que los Organismos Internacionales de Derechos Humanos y el Derecho Internacional denominan y categorizan como Apartheid Israelí.
La opresión que ejercía su padre en su vida ahora se veía reemplazada por una nueva opresión política y militar, la ocupación sionista.
Entre la oscuridad de la opresión, brotó del corazón de Fadwa la chispa de la rebeldía. Esta vez ya no contra el patriarcado y el tradicionalismo aristocrático que la oprimió de niña, sino contra el colonialismo, la ocupación, la persecución, la expulsión y el exterminio que sufrió su pueblo en manos del enclave imperialista creado por el Reino Unido en el corazón de Medio Oriente. Se unió en combate literario con otros jóvenes poetas como Mahmoud Darwish, Tawfiq Zaiad, Nizar Qabbani, entre otros, conformando verdaderas voces de la resistencia.
¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!
Continuaré escribiendo su nombre al combatir:
en la tierra, en los muros, en las puertas,
contra las brechas de las casas;
en la mezquita y el ara de la Virgen,
por todos los caminos de las fincas.
Por todas las colinas, las pendientes,
las calles, las esquinas.
En la cárcel y el calabozo de tortura.
En las maderas de las horcas.
Continuaré, a pesar de las cadenas,
a pesar de las casas destrozadas
a pesar de las grandes hogueras,
escribiendo su nombre,
para ver como se va extendiendo por nuestra patria y crece
y continúa creciendo,
sin parar, hasta cubrir palmo a palmo su húmeda tierra.
Hasta ver como una roja libertad abre sus puertas
mientras huye la noche,
y aplasta la luz los fustes de la niebla.
¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!
Sus palabras erizan la piel de quien las oye, empoderan al palestino exiliado y envalentonan a cualquiera a sumarse a la resistencia y a la lucha independentista. Su poesía se llena de recursos literarios, como rimas, prosas, repeticiones y preguntas en primera persona para un concreto llamado a la acción.
Me han usurpado mi tierra
Me han privado de mis derechos,
¿y me voy a quedar aquí, uncido al exilio,
humillado y desnudo?
¿Me voy a quedar aquí, a morir
como una extraño, en una tierra extraña?
¿Me voy a quedar? ¿y quién lo ha dicho?
volveré a la tierra amada
Por supuesto que volveré!
y allí se cerrará el libro de mi vida.
Se apiadará de mí su generosa tierra
y dará cobijo a mis cenizas.
¡Regresaré, es necesario que vuelva!
Su obra
A lo largo de sus más de 50 años de trayectoria poética profesional, publicó 8 diwanes de poesía:
- “Sola con los días” 1952 وحدي مع الأيّام
- “El viaje olvidado” الرحلة المنسية
- “La encontré” en 1957 وجدتها
- “Danos amor” en 1960 أعطنا حُبًّا
- “Frente a la puerta cerrada” 1967 أمام الباب المغلق
- “La noche y los jinetes” 1969 الليل والفرسان
- “Sobre la cima del mundo sola” 1973 على قمة الدنيا وحيد
- “Julio y otra cosa” 1989 تموز والشيء الآخر
- “La última melodía” اللحن الأخير2000
Mientras que entre sus escritos en prosa, se encuentran:
- “Mi hermano Ibrahim” 1942 أخي إبراهيم, anteriormente ya había escrito 8 artículos
- La primera parte de su autobiografía “Viaje montañoso, viaje difícil” 1985
- La segunda parte de su autobiografía “El viaje más difícil” 1993
Su trabajo la llevó a ganar numerosos premios en distintos países del mundo, como Italia donde fue reconocida en 3 ocasiones, en Túnez, en Emiratos Árabes, en Kuwait, en Jordania, En Egipto y varios en su Patria Palestina.
Legado
Fadwa Tuqán pasó a la eternidad con 86 años, el 12 de Diciembre de 2003. Pasó sus útlimos días en su ciudad natal, Nablus.
Dejó escritas más de 1200 poesías traducidas a múltiples idiomas. Aún quedan muchas de sus obras por ser traducidas al español para seguir difundiendo su legado. La historia de Fadwa es una historia que con los años se irá escribiendo más y más.
Entre la oscuridad de la opresión, brotó del corazón de Fadwa la chispa de la rebeldía. Esta vez ya no contra el patriarcado y el tradicionalismo aristocrático que la oprimió de niña, sino contra el colonialismo
Supo tomar los momentos amargos y duros de su vida, y transmutarlos en obras maravillosas para confrontar y barrer las trabas e imposiciones de las cuales fue víctima, pero que nunca lograron detenerla ni quitarle la dulzura que la caracterizaba. Nada pudo con ella. Ni las antiguas tradiciones aristocráticas de su familia, ni la prohibición de ir a la escuela, ni las miradas punitivas de la sociedad de su época, ni mucho menos el tirano invasor occidental, encarnado primero por el Reino Unido que ocupó su país cuando ella tenía 5 años, y segundo por el autoproclamado Estado de Israel.
La chispa de rebeldía y compromiso brotada en su corazón se expandió a través de sus palabras por el mundo entero y su cuerpo logró fundirse en su tierra:
“Solo quiero morir en mi tierra,
que me entierren en ella,
fundirme y desvanecerme en su fertilidad
para resucitar siendo hierba en mi tierra,
resucitar siendo flor
que deshoje un niño crecido en mi país.
solo quiero permanecer en el seno de mi patria
siendo tierra
hierba
o flor”